Del Odio Hacia el Amor se camina por el Perdón. Tercera parte. La magia del Perdón.
- P.S. Fabio Trujillo
- 25 ago 2015
- 10 Min. de lectura
El perdón sana, libera, reconcilia y da vida. es fuente de paz, y alegría.
Perdonarnos y perdonar es una decisión que nos da nueva vida, un nuevo corazón. Abre las puertas a un mundo de paz que nos está negado en cuanto odiábamos sin perdonar. Atrapados por la culpa, el odio y el rencor, continuamos en la esclavitud del Ego. Gracias al perdón somos libres de nuevo. Y recuperamos la salud emocional física y espiritual.
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La preocupación y el miedo atacan el hígado, la piel se ve afectada por la ansiedad y la angustia, la vejiga es atacada por el odio y el rencor. Las amarguras y el resentimiento suelen influir en el reumatismo, los nervios son alterados por relaciones emocionales dependientes, posesivas y conflictivas. El Amor es la respuesta, es la medicina milagrosa y se expresa en el perdón, el antibiótico mejor contra los rencores.
Mahatma Gandhi persona no declarada cristiana líder espiritual de la India, valoró la doctrina del perdón y la practicó tal cual como aparece enunciada en el sermón de la montaña. No hacemos nada especial cuando amamos a quien nos ama y sonreímos a quien nos sonríe, lo que distingue al creyente es que es capaz de hacer el bien a los que le hacen el mal. Es capaz de amar a sus enemigos y orar por sus perseguidores.
El perdón es una experiencia renovadora, una fuente de paz interior, es un aporte único a la hermandad y un canto de liberación. El perdón es paz, es luz, es gozo y esperanza, el perdón es vida.
Vives mejor si sabes pedir perdón y te dedicas a perdonar.
Siete reglas de Oro del Perdón.
Puedo perdonar, si quiero perdonar y me dedico a perdonar.
Perdonar es un arte que pide tres cosas, práctica, práctica y práctica. Es posible perdonar pero debes elegir perdonar. Debe ser una decisión personal porque se gana mucho haciéndolo y no se quiere seguir en una cárcel emocional. A veces cultivamos emociones tóxicas y estamos prisioneros del rencor, del odio o de la venganza pero con práctica lo que parece imposible se hace posible, con razón decía Jesucristo, “Todo es posible para el que cree” . Cree que puedes perdonar y recuerda que puedes perdonar, si quieres perdonar o eliges perdonar o te decides a perdonar y te dedicas a perdonar.Todo en la vida es fruto de la dedicación, de la perseverancia, de hacerlo una y otra vez, y entonces un día decimos ya perdoné, ya no tengo ese peso encima por mas difícil que parezca. La verdad no es no poder perdonar, es no querer perdonar por falta de comprensión.
Todo es perdonable.
Escuchamos a las personas decir, eso no tiene perdón, eso no tiene perdón de Dios, no se puede perdonar. Si se puede perdonar, Dios todo lo perdona, lo más triste es que hay personas con una fe tan débil, que creen que Dios no perdona ciertos pecados. Y la verdad es que Dios todo lo perdona cuando se lo pedimos de Corazón y en verdad queremos cambiar. Todos podemos perdonar todo lo que queramos, si un día tomamos la decisión de perdonar y de perdonarnos.
Una violación, un secuestro, una masacre, un acto de tortura, una infidelidad que destruye un hogar, cualquier acto se puede perdonar. Todo es perdonable. Dios en el cielo todo el tiempo hace tres cosas, perdonar, perdonar y perdonar. Dios todo lo perdona, nosotros podemos perdonarlo todo porque nada es imperdonable. Cuando decimos que hay cosas que no se peden perdonar, la realidad es que no queremos hacerlo. Darnos cuenta de esta realidad nos permite también reconocer que según la magnitud de la herida, así es también la dificultad para perdonar, y justificamos el no perdón en condicionamientos sociales que más alimentan el odio y el rencor que el perdón y la sanación.
Perdonar de Corazón pide comprender y no juzgar.
Una mirada comprensiva y compasiva, perdonar es vernos a nosotros mismos y ver a los demás con nuevos ojos; es lo que se llama en el lenguaje de la gerencia y la administración, cambiar de paradigma. No vemos las cosas como son sino como somos. Cuando uno se ve buen, ve buenos a los demás; cuando uno se ve malo, ve malos a los otros. Todo depende de una nueva mirada, de una nueva actitud frente a las personas. Eso es lo que nos pasa a todos en la vida. Tenemos una manera distinta de ver las cosas, cuando uno quiere perdonar tiene que ver las cosas desde el punto de vista de aquel a quien esté perdonando. Por eso perdonar es una nueva mirada, una nueva comprensión de los hechos.
Un teólogo dijo: Orar no es ver a Dios con los ojos, es ver con los ojos de Dios. Si queremos perdonar es necesario cerrar los ojos de la razón, entrar en oración con Dios y pedirle a El desde su infinita misericordia, que nos permita ver desde Sus ojos compasivos de bondad y Amor a todas las personas, incluso a quienes nos han herido y se nos hace difícil perdonar.
Nadie es malo sólamente esta equivocado.
Esto es un asunto bien difícil de asimilar y aceptar, necesitamos un buen desarrollo espiritual para comprenderlo; desde nuestra separatidad es fácil creer que si existe gente mala. Incluso la psicología así lo promulga. Un sicario es malo, un delincuente es malo, un violador es malo. Un corrupto es malo, un asesino es malo, nos es dificil comprender que lo que conocemos como el mal, es la escuela donde estudia el bien.
Hemos olvidado que Dios no crea gente mala, Dios hace milagros y aunque actuemos en maldad si un día con sinceridad lo queremos, Dios nos ayuda a levantarnos. Todos somos buenos en esencia, porque todos somos creados a imagen y semejanza de Dios, y Dios no hace gente mala. Por éso es que el perdón es llegar a la esencia espiritual de otro ser humano, mas allá de sus máscaras y su comportamiento de maldad. Descubrimos que quien está haciendo el mal, un día puede transformarse. Puede cambiar de vida.
Jesús se encontraba con los pecadores y éllos se transformaban. Pablo el perseguidor se convirtió en apóstol. La verdad es que la magia del perdon es la transformación del mal en bien.
El perdón sólo sana y libera cuando es profundo.
A veces nos engañamos con un perdón superficial, pero por dentro hay rabia, lava como en un volcán a punto de hacer erupción; un perdón superficial facilista e inmediato es engañoso y dañino, por éso, lo mejor es disolver la rabia, sin permitir que ese veneno nos contamine por dentro, porque las ofensas provocan rabia, tristeza, odio, venganza, ira, e incertidumbre, muchos sentimientos encontrados y hay que vivirlos sin reprimirlos, y sin tampoco hacerle daño a los demás y hacernos daño a nosotros mismos.
El perdón tiene que nacer de dentro, va acompañado de la meditación, de una oración profunda, de sentir que Dios nos da fuerza, y el llamado del corazón nos ayuda a romper esas ataduras, a cicatrizar las heridas y ser libres.
No nos engañemos con un perdón superficial, hay una prueba para nosotros reconocer si hemos perdonado o no, y es el termómetro de la rabia; si cuando recordamos una ofensa aún sentimos rabia, es porque aún no hemos perdonado del todo; hay que seguir practicando y practicando hasta que un dia recordamos en paz, y sin amargura, incluso las cosas más graves; decimos y sentimos ya pasó, ya perdoné, he iniciado una nueva vida.
A veces aplazamos el perdón para después, y se lo dejamos al tiempo, como si el tiempo hiciera el milagro; el tiempo es neutro. Hay que vivir el ahora, el presente y tomar la decisión hoy de perdonarnos y perdonar de corazón.
De nosotros depende aprovechar cada instante sin aplazar la felicidad. Vivimos haciendo dos viajes inútiles, al pasado con la culpa, con el rencor y con el odio, y nos perdemos el presente; lo sacrificamos. Y también viajamos al futuro con la angustia y la preocupación, el miedo a repetir las heridas del pasado.
El perdón nos da vida. El perdón nos da paz, El perdón nos llena de esperanza. Pero tiene que ser profundo. Amorosamente incondicional.
Para perdonarme necesito ser bueno conmigo mismo.
Necesito quererme y valorarme y no hacerme daño con la culpa. El primer amor es el amor a sí mismo. Sé bueno contigo mismo. Quiérete, no te hagas daño, no alimentes culpas ni contigo ni con los demás. La única culpa sana es la que nos lleva a reconocer los errores con humildad, reconocer que no somos perfectos, y dejando la arrogancia a un lado, reconocer que nos equivocamos, y sin hacernos daño, arrepentirnos para iniciar un camino de sanación y reparación del daño.
Hay que cruzar el rio del olvido para poder perdonar. Para perdonarnos a nosotros mismos es necesario querernos y tener una buena autoestima. Sólo el fortalecimiento de una sana Autoestima, nos permite no tomarnos las ofenzas en personal, condición necesaria para comprender, más que juzgar. Es importante aprender a corregirnos amorosamente más allá de condenarnos como verdugos, ante los errores cometidos.
Dios es el mejor maestro del Amor.
Sólo con Su amor y Su poder nos quitamos de encima el peso del odio. Por éso hay que orar bastante, y despertar la conciencia de Dios que habita en cada uno de nosotros. Sentir a Dios en el Alma. La morada del alma en la que Dios habita.
Vivir más dentro, menos afuera. Hay que meditar, orar, cerrar los ojos, sentir a Dios en lo profundo del Alma, y orar amorosamente porque este es el mejor ejercicio sobre el perdón.
Si queremos perdonar, miremos a Dios y miremos con los ojos de Dios.
Hay que leer páginas de la Biblia, que nos ayudan a ir más allá del rencor y favorecen el perdón.
Para ir mas allá del resentimiento y de la venganza, Dios es la mejor forma, es la fuerza para aprender sobre el perdón y aplicarlo por encima de las dificultades humanas.
Todas las religiones insisten en el perdón y en hacerlo amorosamente. Así nos lo recuerda el Salmo 50. La oración por excelencia del perdón: “Dios limpia, borra y quita las culpas en un proceso de maduración que supera la ley del Talión, ojo por ojo. Diente por diente.”
Levítico capítulo 19. vers17: El odio, el rencor y la venganza deben estar excluidos del corazón del hombre.
Jesucristo acoge el perdón como aspecto esencial de su misión, ya que no viene como juez sino como salvador; en Su vida y en Su mensaje, la experiencia del perdón ocupa un lugar de privilegio, así lo hace ver en sus distintas parábolas y sermones. Ante todo, con una actitud de misericordia, que despertó recelo y rechazo en las autoridades, que no entendían por qué acoge y perdona a los pecadores.
La voluntad de Dios se cumple y Su reino nos llega cuando perdonamos según lo oramos en el Padre Nuestro. “Perdónanos como nosotros también perdonamos a quien nos ofende.” No se trata de un asunto de memoria y a la carrera. El Padre Nuestro debe ser orado pausadamente, debe ser sentido y aplicado.
Hay que seguir a Jesuscristo como el Maestro del perdón, recordando que de Sus Siete Palabras, dos fueron dedicadas al perdón.
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” y, “Hoy mismo estarás conmigo en el paraiso.”
Lo Que No Es Perdonar.
Si entendemos qué no es perdonar, nos queda más fácil entender qué es perdonar .
Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos; el maltrato, la violencia, la traición, la agresión, y la deshonestidad. Son sólo algunos de los comportamientos inaceptables. El perdón no es injusticia, el perdón no es impunidad. Lo que está mal, está mal. Podemos abrirnos a la magia del perdón de la SANACION, de la liberación que Dios obra en nosotros, cuando elegimos vivir el hoy sin las amarguras del ayer. Un maltrato, una agresión, un secuestro, una masacre, una traición, se deben rechazar.
El Amor es exigente. No existen relaciones en las que no existan dificultades, pero éstas no deben llevarse hasta un extremo, en que sintamos inmensamente lesionada nuestra autoestima y seamos infelices. Podemos rechazar a quien nos hace daño y ésto no impide, que estemos abiertos al perdón Generoso.
Perdonar no quiere decir que se apruebe o se defienda la conducta que ha causado sufrimiento, ní tampoco excluye que se tomen medidas para cambiar la situación o proteger nuestros derechos. En una relación verdaderamente dañina, puede ser afectiva, familiar, heterosexual, económica, uno tiene todo el derecho a buscar medidas de cambio, porque perdonar no es aguantar una y otra vez y otra vez.
Perdonar setenta veces siete es cierto. Pero aquel que ha sido perdonado debe hacer esfuerzos por mejorar la situación, por mejorar la relación. NO tiene sentido decir, "es que así soy yo, así me conoció y así voy a seguir siendo". Los seres humanos podemos mejorar, podemos avanzar, podemos ser hoy mejores que ayer. Podemos entrar en un proceso de mejoramiento continuo. El perdón no es injusticia. Dios ofrece luz para salir de las tinieblas de relaciones enfermizas.
Perdonar no es hacer como que todo va bien, cuando se siente que no es así. A veces puede ser confusa la distinción entre perdonar de verdad y negar o reprimir la rabia y el dolor. Cuando uno tiene rabia debe soltarla, no debe reprimirla porque es algo peor. No hay que engañarse con un perdón que sea demasiado fácil y demasiado rápido.
Perdonar no es adoptar una actitud de superioridad o farisea, nunca se perdona con arrogancia, nunca se perdona con soberbia; no perdonamos a los demás porque creemos que somos mejores que éllos. El perdón es un acto de sencillez, de profunda humildad. Si le tenemos lástima a alguien, no lo estamos en realidad perdonando, La lástima lastima. La lástima aplasta, lesiona, hace daño. No hay que llegar al punto de perdonar por lástima, por pobrecito, Es necesario Amarnos, querernos, perdonarnos y perdonar de verdad, no por lástima. Perdonar no significa que se debe cambiar de comportamiento, Uno puede perdonar a alguien sin necesidad de cambiar su conducta con la persona, si no es conveniente.
La luz divina y el discernimiento nos dicen, si perdono a alguien y le vuelvo a hablar o no hablar. Si lo perdono y lo sigo tratando, si lo perdono y me alejo de él. Luz divina, discernimiento para actuar con Amor, no con egoísmo; porque perdonar no siempre significa que volvemos a tratar a otra persona como lo hacíamos antes.
Perdonar no exige que nos comuniquemos verbal o directamente con la persona a la que hemos perdonado La persona puede advertir que la tratamos de un modo amoroso y bondadoso, sin que le hayamos dicho que la hemos perdonado. Perdonar no es hacer un acto de ingenuo autoengaño; de que lo claro es oscuro, de que hay luz donde hay sombra. Es reconocer la verdad, es aceptar que todos somos seres humanos con errores, con equivocaciones, y que alguien pudo hacernos daño, pero podemos darle una nueva oportunidad y brindarnos una oportunidad también para nosotros mismos.
Perdonar no significa reconocer que la otra persona tiene razón y que uno se equivoca, más bien enseña que hay otra manera de mirar el mundo con Amor, con Tolerancia con hermandad. Sin que éso signifique ser cómplice de acciones negativas, destructivas o que causan injusticia. Perdonar no significa negar que se haya sido víctima , quiere decir que haberlo sido ya no domina la identidad y la vida emocional actuales de la persona agraviada, nada más dañino que andar por la vida con actitud de víctima, de mártires, de personas que vienen al mundo a sufrir.
Gracias Dios por el Amor y más Gracias, por el perdón que nos permite como don divino, hacer posible la sanacion de todas las heridas fruto del desamor, egoismo, odio y rencor.
PS: Fabio Trujillo.

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