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Del odio hacia el Amor, se camina por el Perdon. Las Consecuencias del No Perdón. Segunda parte.

Lo más positivo del perdón es la posibilidad de recuperar la salud emocional y la paz interior.

Las emociones son entes vivos. Si son negativas funcionan como parásitos; así son los resentimientos, los odios, el apasionamiento, los instintos de venganza, los conflictos permanentes, las relaciones enfermizas que no acaban. Los parásitos emocionales disminuyen al ser en toda su dimensión, pasando por lo físico, lo mental, lo emocional, y lo espiritual.

Las emociones son también energías que funcionan como una semilla, una emoción positiva, como un gran Amor, hace que el corazón se sane, tome alas y vuele. Crecemos a partir de emociones semillas, nos estancamos al alimentar los parásitos emocionales.

El rencor, el odio, el resentimiento, el instinto, la venganza, el apasionamiento, la mala intención, la obsesión, hacen daño. Orgánicamente hacen daño, afectan nuestros sistemas vitales, respiración, circulación, y digestión, que son los sistemas con los que sostenemos y mantenemos la vida. Mentalmente hacen daño, alteran nuestra capacidad de pensamiento, concentración, memoria, atención y creatividad. El no perdón y el resentimiento se fijan en el recuerdo creando confusión y obsesión.

El alimento es la energía que la tierra nos da, la sangre es la vida que fluye por nuestras venas, el aire es el halo de vida, el soplo divino que Dios nos dió. Intoxicamos nuestro cuerpo, detenemos la circulación de la vida y ahogamos nuestra existencia con el no perdón. La manera en que respiramos es la manera en que sentimos. Nuestra respiración varia según el estado anímico que alimentemos. Nos expandemos con el Amor, nos contraemos con el odio. No digerimos a las personas que odiamos. Las consideramos un trago amargo, las vemos como un gusano, nos revuelven las entrañas, las consideramos mala sangre.

Nuestro plano fisico, sufre con el no perdón. Dolores de cabeza son asuntos no resueltos. Ahogos en la garganta son cosas no dichas, insomnios son recuerdos de heridas que no han sanado, son obsesión de la mente, El no perdón es altamente costoso. Por salud debemos perdonar. Por economía debemos perdonar.

Si no tienes como pagar el seguro de salud, asegúrate que debes perdonar. Ten por seguro que te vas a enfermar. Los psicólogos confirmamos que asisten más a terapia las personas con grandes dificultades para perdonar.

Puntos para reflexionar, sobre el no perdón.

El lenguaje de nuestro cuerpo habla de la paz interior o del odio que albergamos. Nuestro lenguaje corporal es más honesto que nuestro lenguaje verbal. Perdonar cambia nuestra expresión, nos lleva a una mirada transparente y unos gestos más dulces y tiernos al relacionarnos con los demás.

Mentalmente hablando el no perdón nos vuelve tercos, obsesivos, compulsivos; nos hace pensar siempre lo mismo. Nos hace perder el centro de la atención y de la creatividad. Perdonar nos hace más claros de pensamiento y espontáneos.

El que no perdona vive el mismo infierno, sólo cambia de diablo en cada relación. Al no perdonar llevamos de relación en relación las heridas infringidas, y al no sanarlas, vemos en el otro al verdugo, al enemigo, del que pensamos nos debemos defender y no confiar. Perdemos la alegría de ser espontáneos en las nuevas relaciones. Perdonar sana, libera y facilita hacer nuevos amigos.

El no perdón hace que nuestro lenguaje sea pasional, agresivo y vulgar. Al no perdonar, herimos con la palabra. Al perdonar, nuestra palabra habla de lo limpio de nuetro corazón.

Al no perdonar, hacemos del pasado un eterno presente. Nos convertimos en históricos e histéricos, lo que equivale a decir que en cuanto recordamos el hecho del pasado, traemos al presente toda la carga emocional ngativa no resuelta y volvemos a vivir el mismo sentimiento de frustración. Sentimos y volvemos a sentir, ese es el resentimiento. Esa es la histeria que se nos despierta y altera nuestra paz interior.

Perdono pero no olvido. Tomo para olvidar y luego se me olvida porque tomo pero no se me olvida tomar. Olvidar y perdonar van de la mano, pero no sabemos marcar la diferencia. Pretendemos olvidar para evadir el dolor y lo que más queremos olvidar es lo que más recordamos. La mente insiste en olvidar y el ego insiste en recordar. Terminamos con una mente adicta al dolor e incapaz de sanar porque no avanza hacia el perdón. Recordar siempre va a estar ahí, de lo que se trata es de soltar la carga emocional del hecho, los parásitos emocionales que genera, y tenerlo en cuenta para aprender lo necesario y dar otro paso hacia la sanación. Recordemos: El mal es la escuela donde estudia el bien. El pasado es escuela donde se estudia en el presente para elaborar un mejor futuro.

El ser humano es el único ser que paga caro y muchas veces por el mismo error. Esto continuara ocurriendo en tanto no nos perdonemos por el primer error.

Saber perdonar es ser buena gente pero no bobo. Hay que ser firme aunque no necesariamente agresivo. Tenemos el deber de no atacar y el derecho de defendernos. La mejor defensa no necesariamente es un ataque. Esto es válido en lo militar, pero la vida no debe vivirse como una eterna batalla militar. La mejor defensa frente al odio es el perdón, y ésto no implica atacar al otro como si fuera mi contendor, exige un trabajo interior, una confrontación personal para hacer del perdón una opción, un acto voluntario de Amor.

En el plano mental y Emocional el no perdón trae problemas.

Cada vez mas, psicólogos clínicos y psiquiatras, manejan la hipótesis de que muchas esquizofrenias son el resultado de un mecanismo que utiliza el ser para desconectarse de situaciones que anímicamente ya le es muy difícil y complejo de resolver. Para vivir como vivo, mejor me vuelvo loco. La forma más común de llamar a la esquizofrenia. Y loco es quien quiere cambiar haciendo lo mismo, o sea resintiendo sobre el mismo hecho.

Esquizofrenia significa rompimiento de la personalidad. Se le rompió la cuerda. Perdió la cordura. El no perdón puede producir fases depresivas psicóticas y hasta esquizofrénicas. Hay rencores que obsesionan y fácilmente nos pueden producir patologías psiquiátricas de muy difícil recuperación.

Lamento decir que si no perdonamos, la mente nos falla. Y nos toca ir al psicólogo por dementes. Y por ser de mente terca.

En el plano emocional el no perdón hace que la relación yo y el otro entre en conflicto. Entonces pagan justos por pecadores. Se generaliza el rencor con todos los demás y entramos en desconfianza y prevención. Manejamos las relaciones en términos de desquite. Los problemas de cada relación son únicos y distintos, no es sano generalizar, pues ésto trae grandes consecuencias. Cada ser es único diferente y distinto. No es cierto que un clavo saca otro clavo. Al pensar de esta forma, perdemos la credibilidad.

Hay quienes tienen complejo de víctimas y quienes tienen complejo de verdugos, se juntan y entran en la patología del juego de clavos y martillos. Crean una relación enfermiza donde el común denominador es amar insanamente, herir, no perdonar, resentir e insistir en volver a amar sin sanar, obteniendo como resultado volver a herir. Con el no perdón en el plano emocional se restringe la capacidad de Amar.

Si no somos capaces de perdonar nadie nos aguanta y terminamos solos por insoportables. Entonces sufrimos de aislamiento y soledad. Resulta que hasta los que nos quieren ya no se atreven a acercarse a nosotros.

Espiritual y emocionalmente, perdonar es un deber y es sano.

El amor se rompe de mal usarlo y es deber de la persona que tenga el corazón roto repararlo. Mas allá de pensar en quién lo hizo? y cómo lo hizo? Y por qué lo hizo? y cuándo lo hizo? Todas estas preguntas sin respuestas, dan vueltas en la condenación mas que en la sanación. Nos hace mas víctimas que autosanadores. Lo urgente es reparar el corazón y sólo despué, debemos entrar a revisar otras cosas. Amorosamente tenemos el deber de sanar sin más episodios de violencia.

Los buenos guerreros llevan cicatrices. Y son las señales de que han sobrevivido. Comenzamos a sanar cuando asumimos con valor, honestidad y humildad que tenemos un nivel de responsabilidad en las heridas que otros han hecho en nuestro corazón. Somos responsables de no haber sabido cuidar el corazón como el otro es de haberlo herido. Lo urgente es sanar el corazón, lo importante es luego la SANACION y entonces si mirar como ocurrió la herida, para no volver a exponerse al mismo daño. No volver a dejar pasar por alto las señales es nuestra responsabilidad.

El no perdón nos mete en un vacio existencial. Esto nos ocurre porque olvidamos que las adversidades humanas no alteran el Alma, si en nombre del Amor no lo permitimos. Amar y odiar marcan la diferencia en la vida. El Amor puede más que el odio, el perdón es liberación para el espíritu, la luz triunfa sobre las tinieblas. Siempre hay alguien a quien Amar.

En vida hermano en vida hermano. Debemos perdonar así en vida en tanto nos sea posible. Pero para quienes no lo han hecho, existe el perdón póstumo ante Dios, ante el Alma y ante el recuerdo del ser que hizo el daño, o a quien le hemos hecho daño. En nombre del Amor, se resuelve de Alma a Alma. Lo anterior sólo es posible con fe y con Amor. El beneficio no se hace esperar, se siente una gran liberación. Sanación mágica en todo el sentido de la palabra como si fuera en vivo y en directo.

El bien rompe fronteras, tiempos y espacios, la del mal también. No hay que olvidar y hay que confiar en ésto. Si no sanamos hoy, hacemos permanentes las heridas y posible las llevamos de generación en generación. Somos el último eslabón de una cadena de odios y rencores, estamos llamados a ser los nuevos guerreros del Amor y la paz . Perdonándonos y amándonos los unos a los otros, construimos una humanidad mejor.

Hay un momento en que debemos actuar en perdón así sea por egoísmo, es decir, por salud integral personal, puesto que somos los primeros que nos hacemos daño al no perdonar. Humildad y sinceridad son pasos fundamentales para reconocer que estamos caminando hacia el perdón. El temor, la ira, la culpa y el odio, son las emociones tóxicas con las que más se alimenta el Ego y el no perdón.

El temor o miedo, nos impide pedonar porque no queremos encontrarnos de nuevo en una situación de injusticia o abuso. Nos libramos de estos miedos con una visión sana del Perdón, comprendiendo que perdonar no implica tolerar maltratos, ni impedir que la justicia opere cuando sea necesario. Cuando perdonamos a alguien, no entregamos nuestro derecho a defendernos, vamos un paso adelante y comprendemos que es nuestro deber no hacer el mal, así respetamos nuestra integridad y nos protegemos de la maldad.

Sentimos ira porque alimentamos nuestro Ego herido. Nos llenamos de ira si los otros, en especial los que amamos, no satisfacen nuestras expectativas o se burlan de nosotros. La ira nos hace daño a nosotros, no a quienes nos ofenden; nos enferma y trae grandes consecuencias expresadas en enfermedades psicosomáticas. ¿Cómo superarla? Con una sanación interior, y despertando en nosotros el poder liberador del Amor.

La culpa nos eterniza en la actitud de víctimas, cuando lo que necesitamos es escaparnos del pasado y disfrutar el presente abiertos a un futuro en paz y Amor. Nuetra salud integral, pide que cambiemos el sentimiento de culpa por un sentido de responsabilidad. Sólo así podremos ser protagonistas de nuestro mejoramiento.

El odio lleva a la venganza, bien lo dijo nuestro amigo el chavo, “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Debemos perdonar por nuestro propio bien, al darnos cuenta de los estragos que causa en todo nuestro SER. El odio divide, enfrenta, enferma y mata; es un tóxico mortal, así lo demuestran las investigaciones médicas y psicológicas.

Para recordar: Quien Ama Honra la Vida, quien no, sólo la mantiene. El odio es desamor, El perdón es la magia de recuperar la infinita y divina capacidad de AMAR.

Ps. Fabio Trujillo

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